Arribando a Valle de Bravo.
Al llegar a esté pueblo, lleno de agua,
con una naturaleza hermosa, gente amable, calles limpias, sin
contaminación en el ambiente y muchos turistas; cabe mencionar, que las calles son empedradas y todos los establecimientos son muy parecidos, en la entrada tienen el nombre del negocio incrustado en madera, la cual, esta colgando o bien, pegada en la pared; esta es una de las características de lo que hace a Valle de Bravo, un pueblo mágico.
Nuestra primer
parada fue en un mercado ya que el hambre se presentaba en nuestros
cuerpos.
A la entrada del
mercado toda la gente de los establecimientos se acercaron a nosotros
ofreciéndonos degustación de sus producto, por su puesto sin costo
alguno solo para que decidiéramos que lugar era el más sabroso,
pero como ya era más nuestra hambre que las ganas de estar buscando
donde sabía más rico, decidimos escoger al azar; nos sentamos a degustar el desayuno, comida
tan importante en el día, durante la espera de nuestros alimentos, me
pareció sorprendente como niños desde los cinco años rondan por
las calles sin sus padres ofreciendo sus productos artesanales o
pidiendo dinero para poder comer y tomar algo.
Una vez terminando de alimentarnos, nos dirigimos al lago; pero esa es otra historia.
Por: Miriam González.
No hay mejor lugar para comer en un pueblito que no sea un mercado <3
ResponderEliminarMiriam:
ResponderEliminareste texto periodístico es más una crónica que un reportaje. REcuerda que el reportaje es una investigación periodística.
Saludos